Comienzo del XX aniversario de la IV Sagardo-Bira. Vamos a la sidrería a la que Edu no había vuelto desde las Kupelas Asesinas (hace 24 años) y que por ello figuraba hasta entonces con cinco asteriscos en la clasificación. El año pasado intentamos infructuosamente contactar con ellos, pensábamos que la habíamos perdido, pero este año lo hemos conseguido.
Asistentes: Ana, Edu, y Nesss
En el apartado gastronómico, sólo dudamos al comienzo sobre si pedir bakalao frito o a la parrilla, aunque acabamos pidiéndolo a la parrilla por probar. De pikoteo nos sorprenden con tres trozos de chorizo gordo... y una morcilla de verduras enterita (peazo de ración para tres). La tortilla bien bonita, jugosa y rica, pero Edu indica que le sabe poco a bakalao, aunque la damos por excelente. El bakalao a la parrilla, en cambio, sí que sabe a bakalao, aunque a Nesss le resulta seco en comparación con el frito. Una de las cosas que menos nos gustó fue que nos trajeran el txuletón ya cortado y además cuando todavía no habíamos acabado el bakalao a la parrilla (de hecho nos fuimos a beber en señal de protesta); por otra parte, la txuleta estaba rica, jugosa, tierna, sabrosa, y grande (no pedimos más)... pero no nos acaba de convencer eso de venir cortada ni que tenga tan poco jugo a pesar de estar tan poco hecha. Pedimos que recalentaran los últimos trozos que acabaron demasiado hechos y salados. De postre, dos trozos de membrillo y de queso que cortamos de manera que no hubiese ángulos rectos, además de incontables nueces, muchas de las cuales salieron de excursión con nosotros al acabar la cena. En total, 32€ exactos por persona.
La cata de sidra comenzó pronto probando la kupela más cercana (la 1). Para quitar el sabor que nos deja probamos la siguiente (la 2) y hacemos lo mismo hasta la 3, llegando a la conclusión de que sabía ligeramente mejor según nos alejábamos del comedor. En nuestro recorrido por el pasillo comprobamos que la 4 está vacía y muchas de las demás no tienen grifo. Así que al principio andamos entre la 3 y la 5. Luego, cuando el que nos atiende nos dice que se puede cambiar el abridor de sitio y abrir otras, Nesss coge el chisme y nos vamos a la 6; tras forcejear duramente con el grifo, pues el abridor no acababa de entrar, de repente salta un trozo del plástico del mismo para descojone de Edu. En ese momento pasan los de la mesa de 6 y uno nos dice que el abridor sólo abre las que tienen "caldero" (sic) para recoger la sidra, aunque luego comprobamos empíricamente que estaba errado: lo que se necesitaba era que el grifo tuviera una "boca" redonda, que eran las compatibles con el abridor. También podían habernos avisado al comienzo... Tras la cata, decidimos que nos quedamos entre la 5 y la 8 (es decir, la 5 y la 8, principalmente la 5). Pero al final de la cena tampoco nos hacía mucha gracia la 8 y luego ni tan siquiera la 5. Que justo sea la sidra lo que falle en una sidrería tiene delito...
Durante la comida Ana nos maravilla con sus habilidades con el fular y el bolsito, que tenían querencia a mancharse. El nuevo camarero del chaleco no avisa como el primero que nos atendió. Del frío que tira el aire acondicionado en el comedor Ana se pone mala y se tiene que ir al baño. Edu va detrás. Cuando Nesss comenta lo de frio a los de la mesa de 6, éstos le dicen que qué va! Se acerca a ellos y comprueba que allí hacía mucho calor. Viendo lo que tardan los otros, pasa a comentarle lo del frío al del chaleco, pero cuando éste viene a comprobarlo ocurre el efecto demo (jodío Murphy!) y nuestra parte se templa. Y sin embargo a la vuelta de Ana y Edu vuelve el frío. Decidimos que no lo aguantamos más y pedimos la cuenta; en ella figura que son las 22:53:20, seguramente la vez que salimos antes de una sidrería; entre el sabor de la sidra, la rapidez con la que nos han sacado la comida, y el frío en el comedor que han dejado a Ana mala, tampoco es de extrañar. Como tardan en traer la cuenta y nos helamos, salimos a que nos cobren. Allí asistimos maravillados ante la máquina que usa el chalecos para comprobar que los dos billetes de 50 que le dimos son válidos y legales. Nos da los 4 euros de vuelta en monedas de 50 céntimos que le escupe la susodicha máquina. La conclusión fue que la comida estaba rica, pero no así la sidra; y para comer rico no nos hace falta ir de sidrerías. La verdad es que no recordamos nada ni con ese olor ni con ese sabor (probamos todas las kupelas abribles), y mira que hemos estamos en sidrerías... nos va a costar otros 24 años volver.